De "CANTO A MÍ MISMO" 

1. Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.

Versión de León Felipe

* * *

5.

Creo en ti, alma mía.

Pero el otro que soy, no debe humillarse ante ti,

ni tu debes humillarte ante él.

 

Deja las palabras,

la música y el ritmo;

apaga tus discursos;

túmbate conmigo en la hierba.

Sólo el arrullo quiero,

el susurro

y las sugestiones de la voz.

¿Te acuerdas de aquella mañana transparente de

verano?

Estabas con la cabeza reclinada en mis rodillas

y dulcemente te volviste hacia mí,

abriste mi camisa

y me buscaste con la lengua el corazón profundo.

Después te alargaste hasta hundirte en mi barba,

te estiraste

y te adheriste a mí desde la cabeza hasta los pies.

 

Conocí entonces la paz y la sabiduría que están

más allá de las disputas de la tierra.

Y ahora sé que la mano de Dios

es la promesa de mi mano;

que el espíritu de Dios

es hermano de mi espíritu;

que todos los hombres nacidos en el mundo son

mis hermanos también

y que todas las mujeres son mis hermanas y mis

amigas…

¡que un solo germen de la creación es amor!

Infinitas son las hojas erguidas o marchitas del

bosque,

las hormigas oscuras que se afanan debajo de

las hojas,

las costras musgosas de la cerca,

las piedras amontonadas;

infinito el saúco,

el gordolobo,

la fitolaca.

Versión de León Felipe

48.

Y yo he dicho que el alma no vale más que el

cuerpo,

y que el cuerpo no vale más que el alma,

y que nada, ni Dios, es más grande para uno que

uno mismo.

Y aquel que camina una sola legua sin amor,

camina amortajado hacia su propio funeral.

Tú y yo, sin un céntimo, podemos comprar el pico

más alto de la sierra;

y el fulgor de una pupila

y un guisante en su vaina

humillan toda la sabiduría del mundo.

No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña

al mozo a ser un héroe.

Y por blando que sea un objeto, puede ser un día

el eje en que descanse la rueda del universo.

Y digo a todos los hombres y mujeres:  Serenad

vuestro espíritu frente a los universos infinitos.

Y digo también:  No os preocupéis de Dios.

A mí, que todo me preocupa, no me preocupa Dios.

No me preocupan ni Dios ni la muerte.

Yo oigo y veo a Dios en todas las cosas, pero no lo

comprendo,

como no comprendo que haya nada en el mundo

más admirable que yo.

¿Por qué voy a empeñarme en que Dios sea otra

cosa mejor que este día?

En cada hora hay algo de Dios

y en cada minuto también.

En el rostro de las mujeres

y en el rostro de los hombres está Dios,

y en mi propio rostro lo veo también cuando me

miro al espejo.

Encuentro cartas de Dios en la calle,

cartas firmadas con su nombre

y no las recojo porque sé que en cualquier sitio

encontraré otras semejantes

Miles y miles me saldrán al paso, puntuales, por

donde quiera que camine.

Versión de León Felipe