SURREALISMO

                                                                                       

  

El término procede de Apollinaire.  Drame Surréaliste es el subtítulo que pone a su farsa Las manelles de Tiresias (1917).  Breton y sus compañeros recogen y difunden la palabra.  Su traducción es Superrealismo, Suprarrealismo o Sobrerrealismo, pues el prefijo francés sur significa sobre o super;   pero la críticaa ha preferido la forma afrancesada de Surrealismo.

 

Movimiento literario y artístico del siglo XX, dentro de las vanguardias es el que más dura e influye.  El Surrealismo es más que una revolución estética, su lema es “Transformar la vida” (frase de Rimbaud).  Al igual que el futurismo y el dadaísmo, trae un tono insolente y revolucionario.

 

Breton lo define:  “Automatismo psíquico puro, por el cual se pretende expresar, sea verbalmente o por escrito, el funcionamiento real del pensamiento.  Un dictado del pensamiento con ausencia de todo control ejercido por la razón, al margen de toda preocupación estética o moral.”

 

Recoge las audacias del dadaísmo, junto a las teorías de Freud y de Marx.  Sus antecedentes remotos hay que buscarlos en Blake, Goya, Nerval, en Illuminations de Rimbaud y Les chants de Maldoror, del Conde de Lautrémont.

 

Su líder es André Breton, que lanza en diciembre de 1924 el Primer Manifiesto, en el número primero de la revista La Révolution Surréaliste.  Las tres figuras del surrealismo francés son:  Breton, Eluard y Louis Aragon.  Desde 1927, el movimiento se politiza;  en diciembre de 1929 aparece el Segundo Manifiesto en La Révolution..., Breton condena a los surrealistas puros, no marxistas.  A partir de 1930, la revista Le Surréalisme au service de la révolution se convierte en el órgano difusor del movimiento;  la entrada en el Partido Comunista de algunos de los principales líderes hace que se produzcan enfrentamientos políticos.  Breton se convierte en el máximo depurador y las entradas y salidas de importantes nombres se suceden, el grupo francés se va a disolver.  A fines de 1930 el movimiento francés ha arraigado en Europa y América.  En 1938 se produce una Gran Exposición Internacional, es el momento de máximo apogeo, pero también el inicio de la decadencia.  En 1942 se lanza el  Tercer Manifiesto:  se trata de una conferencia universitaria que Breton da en Yale (Estados Unidos), además sigue fundando revistas.  En 1947 tiene lugar la Segunda Exposición Internacional en París,  pero la época de los ismos ha pasado, la Segunda Guerra Mundial ha marcado profundamente y la literatura comprometida y existencial están en auge.

 

Supone una nueva visión del arte y del trabajo creador del artista.  Exalta el papel de las fuerzas más oscuras de la mente humana, el mundo del subconsciente aflora y, con él, los sueños y lo maravilloso (aquí están presentes las teorías freudianas).  Las obras surrealistas reflejan un mundo de inquietudes, plagado de imágenes fantásticas;  la muerte, el amor pasional-loco, la magia que hay en todo lo fortuito y casual está inmerso en ellas.

 

Proclaman la escritura automática (“Escribid rápidamente, sin asunto preconcebido, tan rápidamente que no recordéis lo escrito ni os sintáis tentados a releerlo”, Breton). 

Los escritores buscan el texto puro, el poema del inconsciente;  para Breton:  “un poema debe ser un derrumbamiento del intelecto”.  También usan la técnica del collage (combinan

 

 

 

fragmentos de obras, frases recortadas de periódicos para lograr una nueva creación) y la transcripción de sueños.

 

Comienza como un movimiento literario, pero está presente en el cine (Buñuel), en pintura (Dalí, De Chirico, con representación de objetos tal como se encuentran en el inconsciente, o con líneas y manchas, pues se renuncia a la representación:  Miró, Paul Klee).

 

La huella más profunda del surrealismo europeo se da en España.  Desde muy pronto, las revistas Grecia y Cervantes publican traducciones de poemas surrealistas;  la publicación que mejor difunde el nuevo movimiento es La Gaceta del Arte.  Los surrealistas pisan suelo español:  Breton da una conferencia en Barcelona, y Aragón acude a la Residencia de Estudiantes de Madrid.  Los jóvenes españoles se asientan en Francia. 

En todos lo poetas del 27 puede percibirse el influjo surrealista:  En la obra poética de Aleixandre; Alberti; García Lorca;  en algunos poemas de Cernuda.  Y, por supuesto, en Pablo Neruda.

Con palabras de Jorge Guillén, el surrealismo “es una invitación al riesgo de la libertad imaginativa”.

 

Los surrealistas pretenden que la poesía refleje las imágenes del sueño, que son consideradas como la versión de los estados subconscientes del espíritu, que tienen una realidad psíquica mucho más intensa y fecunda que el estado de vigilia.

Los datos de la subconsciencia deben manifestarse directamente en la poesía, sin que ningún elemento racional los altere.

 

Los espíritus introvertidos son los que poseen una mayor facultad creadora.  Es evidente, por lo tanto, el carácter neo-romántico de esta tendencia, que se manifiesta en su subjetivismo, en su orientación hacia lo misterioso y lo fantástico, en su carácter revolucionario que pugna con el mundo circundante, en su desengaño de lo real y actitudes de desesperación que han llevado a muchos poetas al suicidio.  En su faz política, como dijimos, el romanticismo correspondía al liberalismo;  el surrealismo se orienta hacia el comunismo, en su afán de liberación y subversión.

 

El surrealismo trata de captar y reflejar en su poesía una realidad que se encuentra más allá de la que percibimos por la inteligencia y por la razón;  es pues, una sobre-realidad que se manifiesta en el plano de los instintos, en esa zona misteriosa del alma donde se agitan los apetitos primarios e irracionales.

 

El surrealismo reposa sobre la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociaciones desdeñables hasta la fecha, en la omnipotencia del sueño y en el juego desinteresado del pensamiento.

 

Breton aspira a la fusión del sueño y de la vigilia, “de esos dos estados en apariencia contradictorios;  unidos sueño y realidad en una especie de realidad absoluta, de surrealismo”.

No se trata tan esencialmente de producir obras de arte, sino de esclarecer la parte no revelada y por lo tanto revelable de nuestro ser en donde toda belleza, todo clamor, toda la virtud que apenas conocemos, lucen de un modo intenso”.

 

 

 

La revelación de lo subconsciente se opera fundamentalmente a través de los sueños.  Ya Sait-Paul Roux, cuando iba a acostarse, colocaba en la puerta de su alcoba un cartel que decía:  “El poeta trabaja”.

 

El surrealismo lleva a sus últimas consecuencias la revolución romántica en su búsqueda de autenticidad.  El destino del surrealismo es, sin embargo, caprichoso.  De una experimentación psicológica que es al principio, y por lo mismo, más científico que artístico, pasa a transformarse precisamente, en lo que no quiso ser, es decir en una retórica más, o en sustento de una corriente rica en implicaciones y nutrida en otras fuentes, como el “realismo mágico” de García Márquez.  El su7rrealismo no pretende ser una escuela poética más, sino una nueva postura ante la vida.

 

Surrealismo y Revolución

 

 

En 1930  aparece el II Manifiesto del Surrealismo, y el título de la revista es:  El Surrealismo al servicio de la Revolución.  Entonces plantea el problema de una política surrealista, y en particular las relaciones del surrealismo con el comunismo.  Este enfrentamiento es natural:  el surrealismo se propone realizar la “liberación” freudiana;  las imposiciones que la constriñen son, ya de naturaleza traumática, ya puramente externas.  Un orden social injusto es enemigo de esa ansiada liberación, aunque André Breton la limitara a términos de psicología individual.  De ahí que la posición política se de por forzosa añadidura, con una adhesión al comunismo que en ese momento, apenas realizada la Revolución Soviética de 1917, se ofrecía como el camino para la Revolución Europea y luego mundial.

 

Este planteo traerá la escisión del grupo, provocada también por la evolución divergente de las personalidades literarias de sus miembros:  Aragon y Eluard irán hacia el compromiso y el comunismo, Breton se consagrará por entero a mantener la integridad del surrealismo.

 

En el siguiente poema de Eluard, puede observarse la búsqueda característica de los comienzos del surrealismo, huidizos planos de nuevas realidades, dicha en versos libres, de una gramática desprejuiciada y sin puntuación:

 

 

EL ESPEJO DE UN MOMENTO

 

 

El disipa el día

El muestra a los hombres las mágenes desligadas

            de la apariencia

El quita a los hombres la posibilidad de distraerse

El es duro como la piedra

La piedra informe

La piedra del movimiento y de la vista

Y su destello es tal que todas las armaduras

            todas las máscaras se falsean

Lo que la mano desdeña aun tomar

            la forma de la mano

Lo que se ha comprendido no existe más

El pájaro se ha confundido con el viento

El cielo con su verdad

El hombre con su realidad

 

Paul Eluard  (Capital del dolor, 1926)

 

 

Diez años más tarde, la oscuridad de los tiempos aleja a Eluard del surrealismo puro.  Su lenguaje sueña siempre, pero inspirado por su intensa participación en la miseria del mundo, en una visión exacerbada por el caos político-social de su patria, el fascismo y el nazismo naciendo ante la impotencia de los que habían soñado la liberación en la algarada inicial del surrealismo, el degollamiento de la República Española a manos de la reacción internacional.  Este mundo, que ya no es el puro de la sensación, no es descrito, sino traducido en equivalencias verbales y rítmicas, en imágenes asociadas con figuras monstruosas o insólitas, como en una pesadilla caprichosa y patética.

 

 

ACABAR

 

Los pies en zapatosde oro fino

Las piernas en la arcilla fría

De pie los muros cubiertos de viandas inútiles

De pie las bestias muertas

Miren cómo un torbellino viscoso

Fija para siempre arrugas muecas

Miran cómo los ataúdes paren

Cómo los vasos están llenos de arena

Y vacíos

Miren cómo los ahogados se hunden

La sangre destruida

En el agua sin fondo de esperanzas pasadas

Hoja muerta blando rencor

Contra el deseo y la alegría

El descanso ha encontrado su amo

En lechos de piedra y de espinas

El arado de las palabras se ha herrumbrado

Ningún surco de amor aborda más la carne

Un lúgubre trabajo es pasturaa que se arroja

A la miseria devoradora

Abajo, los muros cubiertos de armas emocionantes

Que veían claro en el hombre

Unos hombres ennegrecen de vergüenza

Otros celebran su basura

Los mejores deseos se abandonan

Hasta los perros son desgraciados

 

Paul Eluard, (El Libro abierto, 1938)

 

 

Ciertamente no puede decirse que la evolución personal de Eluard se haya mantenido en el marco del surrealismo, lo que, tampoco ocurrió con Aragon. 

De una lealtad irreductible al credo surrealista, fue, sin embargo, su creador, André Breton.  Aún en 1959, llevaba adelante una nueva Exposición surrealista.  En los dos movimientos del Surrealismo, reúne lo esencial de cuanto, según él, constituye la única vía radicalmente nueva para una transformación decisiva del hombre y del mundo;  ve también en él, el principio de la verdadera poesía, que es liberación incondicional de los “productos de la vida psíquica” gracias al carácter espontáneamente creador del “automatismo verbo-visual”.

 

 

ARTE POÉTICA

 

Ya sabemos lo que es la inspiración.  No podemos equivocarnos:  ella es la que ha provisto a las necesidades supremas de la expresión en todo tiempo y lugar.  Se dice comúnmente que ella existe o no, y si no existe, ni la habilidad, ni la inteligencia discursiva, ni el talento adquirido por el esfuerzo, pueden reemplazarla.  La reconocemos sin esfuerzo en esa toma de posesión total de nuestro espíritu que, en raras ocasiones, impide que para cualquier problema planteado, seamos presa de una solución racional antes que de otra solución racional, en esa especie de corto-circuito que ella provoca entre una idea dada y su respuesta (escrita por ejemplo).  Así como en el mundo físico, el corto-circuito se produce cuando los dos “polos” de la máquina se encuentran reunidos por un conductor de resistencia nula o demasiado débil.  En poesía, en pintura, el surrealismo ha hecho lo imposible por multiplicar esos corto-circuitos.  No consiste y no consistirá nunca más que en reproducir artificialmente ese momento ideal en que el hombre, presa de una emoción particular, se ve de pronto atrapado por eso “más fuerte que él” que lo arroja, contra su voluntad, en lo inmortal.  Si estuviera lúcido, saldría con terror de ese mal paso.  Lo esencial es que no sea libre, que siga hablando mientras dure ese misterioso timbrazo:  es, en efecto, cuando deja de pertenecerse que nos pertenece.  Esos productos de la actividad psíquica, tan apartados como sea posible de las ideas de responsabilidad siempre prontas a actuar como frenos, tan independientes como sea posible de todo lo que no es la vida pasiva de la inteligencia, esos productos que son la escritura automática y las narraciones de sueños presentan a la vez la ventaja de ser los únicos en proporcionar elementos de gran estilo a una crítica que, en el dominio artístico, se muestra extrañamente desamparada, de permitir una reclasificación general de los valores líricos y de proponer una llave que, capaz de abrir indefinidamente esa caja de múltiple fondo que el hombre, lo disuada de dar media vuelta, por razones de conservación simple, cuando choca en las sombras con las puertas exteriores cerradas del “más allá”, de la realidad, de la razón, del genio y del amor.  Vendrá un día en que no se pueda usar libremente, como se ha hecho, esas pruebas palpables de una existencia distinta de la que pensamos llevar.  Nos asombramos entonces de que, cercando la verdad tan estrechamente como lo hemos hecho, nos hayamos preocupado de procurarnos una coartada literaria o de otro tipo como si sin saber nadar nos hubiéramos tirado al agua, sin creer en el fénix entrar en el fuego para alcanzar esta verdad.

 

Segundo Manifiesto del Surrealismo, 1930

 

 

El surrealismo, que ya decíamos no es un movimiento exclusivamente literario, tiene su representante musical en Eric Satie, en pintura Max Ernst, Joan Miró, Ives Tanguy, en cine Luis Buñuel (El perro andaluz).

 

Movimiento de una revolución y de ruptura, es el extremo del neo-romanticismo, y de la búsqueda cada vez más exaltada de autenticidad.