SALMO 1

 

Dichoso el hombre aquel

que no asiste a reuniones de malvados,

ni se para en el camino del pecado,

ni en el banco de los burlones se sienta,

mas cumplir la ley de Dios es su alegría,

y murmura su oración de día y noche.

 

Es como árbol plantado junto al río

que da su fruto a tiempo

y tiene su follaje siempre verde,

pues todo lo que él hace le resulta.

 

No, no pasa así con los impíos,

que son como la paja

levantada del suelo por el viento.

 

Jamás se librarán de la Justicia

ni con los justos irán los pecadores,

porque el camino del bueno Dios conoce,

pero el sendero del impío se pierde.

 

SALMO 12

 

Señor, sálvanos, porque ya no hay

Hombres justos, ni se encuentra alguien

que diga la verdad.

No hacen más que engañar a su prójimo,

son labios mentirosos y corazones

hipócritas.

Oh Señor, ataja los labios mentirosos y

la lengua de los soberbios, de esos que dicen:

“Lo conseguiremos todo con palabras.

Si sabemos responder, ¿quién nos hará

callar?”

“Los pobres gimen y los humildes sufren

Violencia.  Por esto, dice el Señor, yo no

puedo quedarme tranquilo, y voy a salvar a

los despreciados.”

Palabras del Señor, palabras que no fallan;

leales como plata pura, siete veces purificada

en el crisol.

Tú, Señor, nos cuidas y en todo tiempo

nos proteges de ellos.

Nos guardas de esos malvados que se

pasean por todas partes, mientras reina la

corrupción entre los hombres.

 

  

SALMO 36

 

La maldad habla al impío en el fondo

de su corazón;  no hay temor de Dios ante

sus ojos.

Se mira con ojos satisfechos, negándose

a descubrir su error.

Sus palabras son engaño y maldad; renunció

a ser bueno, a obrar el bien.

Rumia la maldad hasta en su lecho;  se

obstina en el camino extraviado, no abandona

la mala senda.

Oh Dios, tu amor llega a los cielos; tu verdad,

a las nubes.

Como los altos cerros es tu justicia, tus juicios

como los abismos.

Tú eres el Salvador de todos, hombre y

hasta animales.

Oh Dios, qué valioso es tu amor: los hijos de

los hombres hallan abrigo a la sombra de tus alas.

Se sacian con lo mejor de tu casa, los

embriagas en tu torrente de delicias.

En ti está la fuente de la vida y por tu

Luz vemos la luz.

Conserva tu amor a los que te conocen,

y tu justicia a los de recto corazón.

Que no me aplaste el pie del orgulloso,

que el poder de los impíos no me

persiga.

Ahí están por tierra los malvados caídos

y sin poder levantarse.