Algunas rimas de Bécquer para que disfruten de su poesía:
 

 


- Yo soy ardiente, yo soy morena,
  yo soy el símbolo de la pasión;
  de ansia de goces mi alma está llena;
  ¿a mí me buscas? -No es a ti; no

- Mi frente es pálida; mis trenzas de oro
  puedo brindarte dichas sin fin;
  yo de ternura guardo un tesoro;
 ¿a mí me llamas? -No; no es a ti.

- Yo soy un sueño, un imposible,
  vano fantasma de niebla y luz;
  soy incorpórea, soy intangible;
  no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!
 


Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.

Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece, en el cielo de la tarde,
¡una perdida estrella!


Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...
     ¡Hoy creo en Dios!
 
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que al alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.

¿Cómo vive esa rosa que has prendido
junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemple en la tierra
    sobre el volcán la flor.

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas?
      Poesía... eres tú.

  Por una mirada, un mundo,
  por una sonrisa, un cielo,
  por un beso... ¡yo no sé
  que te diera por un beso!


Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón...
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?"
y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?"
 


Los suspiros son aire y van al aire!
Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
   ¿sabes tú adónde va?

Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué,
aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!

Del altar que le alcé en el alma mía
la Voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.

Aún turbando en la noche el firme empeño
vive en la idea la visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!
 

Como guarda el avaro su tesoro,
 guardaba mi dolor;
 le quería probar que hay algo eterno
 a la que eterno me juró su amor.

 Mas hoy le llamo en vano y oigo al tiempo
 que le agotó, decir:
 “¡Ah, barro miserable, eternamente
 no podrás ni aun sufrir!
 
Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.


¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume beber hasta saciarse!

¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!

¡Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien... y roncar como un sochantre...
y comer... y engordar... y qué desgracia
    que esto solo no baste!