CARACTERES Y FORMAS DE LA LITERATURA HEBREA

 

CARACTERES

 

En la mayoría de los escritores bíblicos no prevaleció el interés por lograr una obra de arte sino una obra didáctica o formadora, de interés nacional y religioso.  Sólo en determinados libros de intención literaria, y en algunos otros por añadidura, el texto alcanza las más altas cimas de la expresión.

 

Es difícil referirse a la literatura o al estilo bíblico en general, ya que “la mayoría de los textos han sido modificados”, actualizados, han sufrido mutilaciones e interpolaciones.  En muchos casos son el resultado de la fusión de escritos de autores de diferentes épocas, lugares, ideas, nivel cultural, lenguaje.  De ahí las diferencias, en un mismo libro, de conceptos religiosos;  de ahí las incomprensibles repeticiones y contradicciones;  las diferencias de vocabulario, de elementos de referencia, de estilo.

 

Pero a esto se añade otra dificultad:  “la tendencia conservadora o tradicionalista” de buena parte de la literatura bíblica, debida, tal vez, a su carácter religioso.  Que en algunos caos se pretendió dar antigüedad a un libro, atribuirle una vejez que no tenía, a través de los siglos, muchos autores retomaron los mismos temas y motivos, las mismas comparaciones o alegorías, las mismas fórmulas.  Con todo, la fuerza de los grandes escritores, rompen esta barrera, o retoma los viejos elementos de manera original y creadora, conjugando así lo tradicional con lo original.

 

Otra constante es que, aunque en muchos casos tienen un fin estético, “la más de las veces los recursos estilísticos son un medio empleado para comunicar una enseñanza” más edificante, de manera más atractiva y más didáctica.  De ahí que al escritor no le preocupe tanto la originalidad como la eficacia de una comparación;  que se prefiera recurrir a elementos de referencia bien conocidos, por ser corrientes o tradicionales, antes que a otros más interesantes o más novedosos pero que podrían correr el riesgo de no ser accesibles para todos.  Pese a ello, cuando la tensión expresiva es grande, cuando la idea a comunicar lo exige, cuando se trata de un gran escritor, la escritura se hace más osada y llega a las formas más nuevas o inesperadas.

 

En lo que se refiere al conjunto del antiguo testamento, pese a las excepciones que haya que hacer, en cierta forma es posible generalizar, señalar algunos elementos comunes, y analizar algunas formas que conservan cierta identidad a través de un milenio de escritura.

 

Las versiones tradicionales de la Biblia traducían el texto como una masa casi informe, pautada sólo por la artificial división en capítulos y versículos.  En las versiones modernas se conserva la forma original, ya esté en verso o prosa, o alterne uno y otra;  y así descubrimos por ejemplo, en medio de un libro histórico, himnos, salmos, elegías.

 

La prosa narrativa:  en la Biblia es generalmente lineal (es decir, que cuenta una acción sin desviarse, sin complicarse con acciones laterales, sin vuelta atrás), tanto la de carácter histórico, como, después, la de ficción;  evoluciona desde la exposición muy primitiva de los relatos más antiguos hasta una prosa bastante ágil y fluida en los libros de redacción más tardía.

Hay algunas formas que se dan casi exclusivamente en la prosa:

 

ü    La forma epistolar:  se transcriben en los libros históricos muchas “cartas” de reyes y de funcionarios que juegan un papel en determinado momento.

ü    En el nuevo testamento las “epístolas” de los apóstoles, algunas de importante contenido doctrinario, se leen como libros independientes.

 

ü    El retrato:  de un personaje también es más frecuente en la prosa, aunque no falte en la poesía lírica.  Estos retratos son breves y se limitan al aspecto físico pero sin ir a los detalles, a los rasgos más característicos del rostro o de la figura sin que den algún indicio psicológico, que revelen el carácter.

ü    En realidad, los retratos de este tipo no están muy lejos de la descripción.

 

ü    La descripción:  busca representar algo visualmente, aunque puede dirigirse además, al oído, al tacto, al olfato;  es una especie de inventario, no exhaustivo sino selectivo, para dar determinada impresión de lo escrito.

 

La poesía lírica:  canta sentimientos individuales o colectivos o canta cualquier hecho, o situación vistos a través de los sentimientos individuales o colectivos.

Una de las formas más notorias y frecuentes en la poesía es el “paralelismo”.

El “paralelismo” consiste en la relación, por similitud o por oposición, de dos o más versos o frases, entre las cuales hay una correspondencia a la vez conceptual y formal.

 

ü    Paralelismo sinonímico:  estrictamente significaría que dos versos o frases son sinónimos, que dicen lo mismo con diferentes palabras, aunque con una estructura sintáctica semejante.  Pero es más aproximado a los hechos afirmar que se trata de la correspondencia conceptual y a menudo formal (aunque las traducciones a veces la deforman) entre dos, tres o más versos o frases.  Porque la repetición nunca dice “lo mismo”;  aunque las variantes entre uno y otro miembro sean mínimas, cada repetición añade un matiz diferente que va enriqueciendo o iluminando el concepto.

A veces, el paralelismo está ligado a la “anáfora”, que consiste en comenzar una serie continuada de versos por las mismas palabras.

 

ü    Paralelismo antitético:  o de oposición, posee sólo dos miembros:  uno expone algo y el siguiente expone lo opuesto, estando casi siempre separado por una conjunción adversativa:  sino, pero, mas.  La oposición inmediata destaca por contraste ambos conceptos, o actitudes, o lo que fuere;  de ahí que tenga una particular aplicación en los pasajes de carácter didáctico (como el libro de proverbios).

 

ü    Paralelismo sintético:  es más difícil de definir porque es una forma más compleja y no bien determinada.  Se le llama también “de composición” porque cada verso va añadiendo elementos, componiendo, desarrollando la idea o elaborándola con cierta extensión, conservando a la vez cierto paralelismo formal y conceptual más laxo pero evidente en el que caben las otras dos formas.

En realidad, lo que llamamos paralelismo de composición no es más que la forma que frecuentemente adopta la poesía lírica cuando se ciñe estrechamente a su asunto insistiendo en él con intensidad.

 

 

LAS FORMAS FIGURADAS

 

Se encuentran indiferentemente en la poesía y la prosa bíblica.  En la Biblia se llama “hablar por parábolas” o “por semejanzas” a hacerlo empleando cualquiera de las formas figuradas.  Pero desde el punto de vista literario es preciso distinguir entre:  comparación, metáfora, parábola, alegoría y personificación.

 

Todas ellas tienen en la literatura bíblica algunos rasgos comunes:

 

ü    La mayoría de las veces se recurre a ellas buscando más bien que un logro estético, una finalidad didáctica, se busca aclarar bien lo que se expresa.  Eso no impide que añadan belleza a la expresión, pero no porque se esté empeñando en lograrla por sobre todo.

 

ü    Tal vez por esa finalidad didáctica se toman en general, como elementos de referencia, elementos sencillos, conocidos por todos, pertenecientes al mundo cotidiano:  animales domésticos, oficios, la naturaleza, las actividades de cada día.  Aunque también en esto hay excepciones.

 

ü    La relación puede ser establecida con elementos que pertenecen a la experiencia del propio escritor, o, lo que se sucede con más frecuencia, son tomados de una vasta tradición literario-religiosa, de los propios libros sagrados más antiguos.  De ahí que una gran cantidad de figuras literarias se reitere a través de todo el Antiguo Testamento y pase al Nuevo (sólo modificadas por el genio poético de algún autor), mostrando una total falta de interés por la originalidad, una costumbre de recurrir a lo familiar y conocido, para llegar más fácilmente a todos.

 

ü    La comparación:  aproxima dos elementos, el que se compara y el comparante, mediante un nexo que puede ser “así”, “como”, “del mismo modo”, o similares, para que el segundo aclare, explique o ilustre al primero.  En rigor, lo comparado en casi toda comparación es el verbo, la acción realizada, la manera de ser o de actuar, el primer elemento.

 

ü    La metáfora: va más lejos en la aproximación de dos elementos porque ya  no los compara sino que los identifica, toma no por otro.  Cuando se dice que el hombre pasa “como un soplo” se establece una comparación;  pero cuando se dice “soplo que va y no vuelve”, se trata de una metáfora;  ya no pasan o son “como” un soplo;  “son” un soplo.  En la metáfora el autor puede identificar elementos extraordinariamente alejados entre sí, obligando al lector a un esfuerzo verdaderamente creador para captar el nexo y las correspondencias entre ambos.  Las metáforas encadenadas pueden dar lugar a la alegoría.

 

ü    La alegoría:  puede ser plástica (la representación de una mujer rompiendo unas cadenas es alegoría de la libertad) o puede ser literaria.  La alegoría literaria, que puede adoptar la forma de una descripción o la de una narración, consiste en referirse a una realidad de términos que corresponden a otra, con cierta extensión y en detalle.  A veces una obra entera es una alegoría.  Al leerla cada uno de sus elementos debe ser interpretado, “traducido”.

 

ü    La parábola:  el “hablar por parábolas”  significa en la Biblia hablar en sentido figurado, cualquiera sea la figura que se emplee.  Se trata de una narración generalmente no muy extensa, que, como la narración alegórica debe ser interpretada.  Pero mientras que en la alegoría debe interpretarse puntualmente cada término, en la parábola sólo la situación central es paralela a aquello a que se alude, mientras que el encuadre de esa situación y sus detalles son muy libres, permiten más juegos a la imaginación, no tienen que ser necesariamente interpretados uno por uno, porque no corresponden a un paralelo obligado y detallista.  De esa situación se desprende siempre una enseñanza.  A veces, se la confunde con formas de la alegoría.

 

ü    La personificación o prosopopeya:  consiste en atribuir cualidades, actitudes, acciones, reacciones propias de lo animado a lo inanimado o a lo abstracto.

 

Las sentencias:  la sentencia expresa de manera breve, concisa y terminante una verdad (o lo que se cree una verdad);  en una frase, o en unas pocas, se condensa la síntesis de la reflexión, de la sabiduría o de la experiencia;  logrando a menudo una enseñanza – mora, religiosa, filosófica, cívica -.  Bajo el nombre de sentencias caben cosas muy diversas:  refranes, exhortaciones, ejemplos, consejos.

En la Biblia no puede hablarse de estilo sentencioso en general, ya que por ejemplo no cabrían aquí el Cantar de los Cantares o los Libros Históricos;  en cambio en Proverbios las sentencias son casi la materia misma del libro.