OPINIÓN

 

En una conferencia pronunciada en el el auditorio de la Universidad de Antioquia, Colombia, en 1963 decía Borges:

"Hace cerca de cuarenta años yo cometí la imprudencia de escribir un cuento titulado El hombre de la esquina rosada, cuyo tema es ése: el desconocido que provoca a un desconocido, el desconocido que llega de un barrio lejano a un barrio perdido en el oeste de Buenos Aires, y desafía a otro a pelear con él. Ahora, cuando escribí ese cuento lo hice con un propósito visual, porque me había impresionado lo visual de muchos cuentos de Stevenson y de Chesterton. Y pensé que sería curioso aplicar la materia orillera a esa técnica, esa técnica que quiere que cada cosa ocurra de un modo vívido; es decir, que todas las cosas ocurran de un modo vívido; es decir, que todas las cosas ocurran como un ballet (y hace unos tres o cuatro años se ha hecho un ballet con ese argumento de El hombre de la esquina rosada). Ahora bien, en ese cuento yo necesitaba que la provocación fuera brusca. Y así, el corralero entra en el salón de baile y provoca bruscamente al guapo local, que se llama, creo, Rosendo Suárez. Bueno, cuando escribí ese cuento sabía, porque lo había presenciado muchas veces, que eso era históricamente falso. Las provocaciones nunca se hacían así. Llegaba el desconocido, se acercaba respetuosamente al hombre que iba a desafiar, lo colmaba de elogios, y luego esos elogios eran tan copiosos que se habían convertido en burlas, y luego lo desafiaba a pelear.

 

En la entrevista que le realizara Radio Nacional de España, Borges contaba lo siguiente:

"De todas las adaptaciones cinematográficas de mi obra, sólo hubo una buena: el mal cuento Hombre de la esquina rosada inspiró un excelente film con el mismo título, dirigido por René Mugica. Era éste un film admirable, muy superior al relato endeble en el cual se inspiró. Lo demás que se ha hecho prefiero callarlo. (...) Luego hubo una película titulada Los otros (Les autres (1974), de Hugo Santiago). Eso se hizo en francés. No recuerdo el nombre del director. Se estrenó en París, donde fracasó. Yo no la vi nunca. También hicieron otras películas de las cuales no quiero acordarme. (...) Aunque participé en alguno de los guiones, luego todo aquel trabajo fue transformado de tal manera –quizá mejorado– que yo no lo reconocí al ver el producto final. Por ejemplo, en uno de aquellos films habían invertido el orden cronológico del relato: empezaban por el medio, luego iban al final, y para terminar, volvían al principio. Todo eso sin que yo tuviera nada que ver. Por eso siempre les digo a los cineastas que hagan lo que quieran con mis argumentos. Yo prefiero que no pongan mi nombre para no hacerme responsable de nada. Aun así, ellos insisten en poner mi nombre y luego yo resulto responsable de la ofensa".

 

 

En otro relato, Historia de Rosendo Juárez de El informe de Brodie de 1970, El Pegador le contará al propio Borges por qué no luchó esa noche. Porque le pareció cosa de botarates esa de pelear porque sí para probar que se tiene coraje. Y le dice que si él esa noche hubiese tenido miedo, hubiese peleado... Y es que el verdadero guapo sólo pelea cuando "no hay otro remedio". Si esto puede ser una autojustificación en el caso de Rosendo, o un cuestionamiento profundo al machismo criollista con su rígido y alardeado culto al coraje, eso queda al libre criterio de cada cual.