LA ÉPOCA DE DANTE

 

Florencia, ciudad natal de Dante, vive un período de auge y hegemonía por haberse transformado en una potencia económica y financiera de primer orden.

Frente al esplendor económico, las luchas de partido, desde principios del siglo XIII oscurecen la vida ciudadana.  El objetivo de cada partido era el control de la comunidad y la exclusión de los contrarios.

Los grupos rivales güelfos y gibelinos, apoyaban las pretensiones del Papa y del emperador, respectivamente, aunque no era raro ver a los gibelinos contra el emperador y a los güelfos contra el Papa, si los respectivos intereses habían sido perjudicados.

Florencia, por su situación política y geográfica, se alió con los güelfos.  Los nobles, que se debilitaban con sus desavenencias, veían con recelo el ascenso de una nueva clase poderosa, la burguesía, que iba adquiriendo fuerza como tercer partido.  En ella se distinguía el “popolo grasso” – industriales y comerciantes -,  del “popolo minuto”, - que desempeñaba oficios menores.

 

APROXIMACIÓN A UNA ESTÉTICA DE DANTE

 

Concepto de poesía

 

La poesía constituye para Dante un instrumento superior de conocimiento y no un simple vehículo de un conocimiento adquirido en otra parte.  La poesía desempeña una labor fundamental y no subordinada en ese dominio.

La palabra “sabio” es utilizada por Dante cuando se dirige a Virgilio (Infierno I), considerado el poeta por excelencia, quien será también llamado “doctor, “pedagogo”, “maestro”.  Virgilio ha sido su maestro;  de él ha adquirido “el bello estilo” que “ha dado tanto honor” (inf. I).  La sabiduría del verdadero poeta es obtenida mediante su condición de vidente.  El ejemplo está en Virgilio que anunció el nacimiento de Cristo, sin tener noción exacta de lo que expresaba y sin poder obtener el beneficio de esta revelación.

 

Amor como fuente de poesía

 

Para los poetas toscanos, especialmente Guido Guinizelli, el amor era considerado no sólo como la fuente de todo valor moral, sino de todo valor poético.

Al mostrarles de manera segura a las almas nobles el camino del bien educaba sus facultades, permitiéndoles aspirar hacia la plenitud llamada perfección, de donde los poetas podían acceder a la dignidad moral y a la dignidad poética.

Las invocaciones que dirige Dante a las potencias inspiradoras y rectoras de la poesía se inscriben también en la órbita del amor, y de un modo u otro casi todos los poetas que Dante encuentra en el más allá gravitan también en ella.

La relación entre la inspiración y el proceso de creación  nos llevaría a considerar a ésta como obtenida mediante la pasividad del poeta.  De acuerdo con esta concepción la poesía es perfecta cuando esa voz del cielo es entregada sin alteración.  El quietismo poético sería el resultado de esta estricta fidelidad a la inspiración.

Dante escucha al Amor para reproducir exactamente lo que éste dicta, pero pide la iluminación necesaria para “describir” las figuras tal cual las ha visto, del cual procede, entre la expresión y lo que debe expresar.  Entre el poeta y las insteligencias inspiradoras se tiende una corriente de Amor gracias a la cual la creación poética es orientada y sostenida.

 

Misión de la poesía

 

Dante ha sido encomendado por Beatriz para cumplir el cometido de trasmitir al mundo que “vive mal” la experiencia vivida, y el poeta se entrega sumisamente a sus órdenes.

En el Purgatorino nos dice que debe anotar sus palabras tal como salen de sus labios para enseñárselas a los que viven en aquella vida que “no es más que una rápida carrera hacia la muerte”.

Dante, como Virgilio, habla el lenguaje de los videntes.  La condición de sabio y vidente no le impide convertirse en el primer beneficiado de las enseñanzas que difundirá.   Virgilio iluminó a los que venían tras él, pero quedó a oscuras.  Dante levanta su lámpara y aclara su meta para aclarar la de los demás.  Será un testigo que experimenta el drama que ha creado.

 

El “Dolce sil nuovo”

 

Dante inicia su tarea literaria influido por una corriente imperante en Toscana, a cuyo esplendor contribuyó:  el “dolce stil nuovo”, arte preocupado por un contenido superior y una forma bella.

La lírica italiana había comenzado en Sicilia, siguiendo los modelos trovadorescos de los poetas provenzales. Este influjo llega a Florencia y a Bolonia y sufre una transformación, de la que fue iniciador Guido Guinizelli,  Guido Cavalcante, Cino da Pistola, Dante y otros, siguen su trayectoria.

El amor, tema dominante en las poesías provenzales y en las imitaciones sicilianas, se desprende de los elementos caballerescos que lo sustentaban – metáforas, comparaciones – que resultaban extraños en un país donde no existía la caballería.

El amor es objeto de discusión;  se inquiere sobre su origen, sus manifestaciones y su alcance;  se torna un tema teológico o filosófico.  La transformación se verifica mediante la interpretación:  la poesía puede entenderse en más de un sentido.  En la palabra “amor” o la palabra “amada”, los poetas toscanos encierran significados ocultos.  Se quiere superar el sentido literal con la expresión de un sentido más elevado.

En Dante la dama será elevada a jerarquía divina.  Paralelamente el amante se elevará.  El objetivo de éste se hallará en el cielo.  No exigirá reciprocidad de la amada como un amante terreno.  El amor que inspira Beatriz tiene el poder de llevar al hombre a la virtud.  El amor provoca.  Los tres temas utilizados en la poesía serán:  amor, salvación, virtud.  El amor se torna religioso.  Ante la muerte de Beatriz se espiritualiza más.

El razonamiento y los procedimientos escolásticos, ambos ajenos a la poesía, entran en las composiciones de aquellos poetas cultos acostumbrados a tales disquisiciones, propias de las aulas universitarias medievales.  Desde entonces la poesía será una manifestación que encierre la verdad:  tendrá una forma atrayente y hará accesible esa verdad a los iniciados.

Si bien subsisten los elementos tradicionales de la poesía, la acepción que se les procura dar la aleja de lo inmediato;  la mujer, el amor, no son sino velos que esconden una verdad trascendente.  Estos principios, con sus limitaciones, no podían originar por sí mismos obras estéticamente valiosas.  La fantasía de Dante, su sensibilidad, logran salvarlo muchas veces de tales limitaciones.

Hay en él un hombre que vive, que se estremece, que sueña, y eso le permitió superar las restricciones y las fórmulas de escuela.