SIMBOLISMO

        

         ALGUNAS PUNTUALIZACIONES PRIMARIAS

Definimos el símbolo, como un signo que, a través de su significación inmediata y manifiesta, hace referencia a otra significación que se revela y oculta en la anterior. Es decir, el símbolo representa algo más que su significado inmediato. Añade un nuevo valor a un objeto o acción: un contenido espiritual.

Representa además un modo de conocimiento opuesto al racional, al intelectivo. Es un pensamiento intuitivo que trata de restablecer la unión entre el interior del alma y el mundo circundante. El símbolo es el lenguaje del espíritu y por ello, esta manera de pensar, debió aparecer mucho antes de que el hombre desarrollara una consciencia intelectiva. «Cuando la mente explora el símbolo, se ve llevada a ideas que yacen más allá del alcance de la razón», dice Jung. Y por ser lenguaje de la psique, posee un aspecto inconsciente que nunca se define o explica con claridad.

 

        APROXIMACIÓN AL CONCEPTO      
 

 Movimiento literario que surge en Francia a fines del siglo XIX.  Es una reacción contra el Realismo y el Naturalismo, recoge parte del espíritu romántico, y trae una experiencia de lo absoluto y un modo intuitivo de conocimiento.  El lenguaje no debe nombrar sino sugerir, evocar la realidad, dejarla entrever y para ello tiene que ser musical y simbólico.

 

Hacia 1870 hay una insatisfacción contra el Parnasianismo, recogida en parte en la prólogo a sus Poesías, de Isidoro Duchase (Conde de Lautrémont), al afirmar que la poesía no se ha movido un milímetro desde Racine.  En 1882 un grupo de escritores “los decadentes” se reúnen alrededor de una serie de revistas.  Es un movimiento de separación del Parnasianismo, que se consolida con  la revista Le Décadent;  Verlaine recoge el vocable en Balade des décadents.  En 1885 se produce una escisión entre los decadentes, y a partir de 1886, conla publicación del Manifeste du Symbolisme, de Moréas, se consolida la separación entre Simbolismo y Decadentismo.  El nuevo movimiento se agrupa en torno a diversas revistas.

Para Moréas el soneto Correspondances, de Baudelaire, con su asociación de sensaciones, es el punto de arranque de esta nueva estética.

 

El simbolismo se basa en el poder de sugestión, casi mágico, que posee la palabra;  la poesía es un medio de llegar a lo desconocido, a lo inefable.  Rimbaud insiste en que hay que ser vidente, y Mallarmé habla del verso como fórmula de encantamiento.  Los poetas simbolistas están fuertemente influenciados por Wagner, piensan que la música sirve para penetrar en los misterios del ser;  música y poesía se hermanan, Verlaine afirma:  “la musique avant toute chose”.  La musicalidad del poema trae consigo la presencia de aliteraciones, rimas internas, etc.   Los poetas simbolistas dan importancia esencial al juego de las sensaciones (sinestesias), Verlaine dice:  “¡No el color, sino el matiz!”.  Ensayan el verso libre influidos por Whitman.

Edgar Allan Poe está presente con su teoría y su práctica poética, los poetas sobrevaloran lo oculto, ya los decadentistas habían recibido este nombre en parte por su tendencia a los temas esotéricos.

 

Las grandes figuras del Simbolismo son Verlaine (puente entre el Parnasianismo y el Simbolismo),  Rimbaud (algunos de sus poemas son una ruptura con todo lo humano, símbolo de la libertad, al final de su vida escribe poemas en prosa),  Mallarmé (auténtico  maestro, es en su casa dónde se reúnen los poetas simbolistas para hablar de poesía).

 

En España el Simbolismo influye  directamente en la poesía de los escritores modernistas, desde Rubén Darío a Juan Ramón.  Los modernistas españoles tienen a Verlaine como auténtico maestro, le dedican sus mejores poemas (“Responso a Verlaine”, de Rubén).   Algunos de los logros del simbolismo, sobre todo la flexibilidad del lenguaje poético, quedan de forma permanente en toda la poesía del XX.

 

El poeta simbolista expresa al decir de Juan Ramón Jiménez:  “sentimientos profundos que no se pueden captar por completo sino por alusiones, por rodeos, como en la vida misma”

 

   

                 ANTECEDENTES

 

Comienza en Francia hacia 1885.  Es una reacción que se produce contra el arte parnasiano, demasiado impersonal y sin fondo. (Paralelamente, en el campo de la novela se producía otra reacción:  la realista era sustituida por la psicológica)

 

Pero Francia recibe el aporte de influencias extranjeras:  así, de Inglaterra le llega la corriente pre-rafaelista,  que domina en el campo de la pintura;  de Estados Unidos, la poesía de Edgar Poe, poeta que ya tenía en cuenta los valores musicales de las palabras, y de Alemania, en el plano de la filosofía, el idealismo de Hegel y el pesimismo de Shopenhauer, y en el plano de la música, los dramas líricos de Wagner.

 

Todo esto va a influir sobre el simbolismo francés y, a veces, de manera harto curiosa.  Veamos, por ejemplo, el caso de Wagner:  éste sostuvo la teoría de que con la música se pueden expresar ideas, es decir, que por medio de temas musicales (conjuntos melódicos de notas a las cuales se les da un valor ideográfico) se logra desarrollar el pensamiento del autor.

Los simbolistas franceses se inspiraron en Wagner, pero para hacer el recorrido opuesto:  Wagner decía “la música puede expresar, como la palabra”;  los simbolistas dijeron: “el verso tiene valor de música”.

  

CARACTERES DEL SIMBOLISMO

  

1.     Sugestión:  las cosas no deben ser dichas claramente, como lo buscaban hacer los parnasianos, sino sugeridas, dichas a medias, dejando al lector, al escucha, en la necesidad de adivinar el misterioso mensaje espiritual del poeta.  Nada de luminosidades clásicas:  todo debe ser insinuado, dejado en la semi-penumbra.  Debe buscarse despertar en el alma estados imprecisos, brumosos, de la subconciencia.  En ese sentido el simbolismo está de acuerdo con las actuales tendencias psicológicas que dan gran importancia al estudio de lo inconsciente.  Como vemos, con el simbolismo se volvió a la poesía subjetiva, que había desaparecido al morir el romanticismo:  es que el simbolismo es el heredero de aquella tendencia intimista, que había nacido del romanticismo.  Se basa en que la realidad exterior no se puede conocer:  la única realidad es la de nuestro mundo interior;  hay una influencia de la metafísica de Kant, que no admite otra verdad que el mundo de las ideas.   El  poeta simbolista no se dirige, pues, a la semiesfera de nuestro mundo lúcido, lógico;  entonces es absurdo que nosotros queramos aplicarle la lógica a sus versos y preguntar ¿qué quieren decir?.  Debemos, en cambio, recibirlos en nuestra semiesfera, la de lo inconsciente, la de la semipenumbra de nuestra alma, en la que tienen resonancia las vaguedades y las sugestiones confusas.   Decía Mallarmé “que nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del goce estético, que está hecho de la felicidad de adivinar poco a poco;  sugerir:  he ahí el sueño”.  Hay que dar pues, la idea de una cosa sin nombrarla jamás:  no hay que hacer pensar, sino soñar, y crear el misterio.

 

2.     Símbolos: ¿Qué se entiende por símbolo? Nace de la refundición de los dos elementos de una comparación.  Supongamos que decimos:  “La luna es como  una blanca reina que llora”.  Tenemos una comparación con dos términos:  luna y reina, unidos por un lazo de semejanza.  Pero si decimos “la blanca reina del cielo llora”, hemos quitado    uno de los términos (luna) pero en realidad está sobreentendido en esta nueva expresión:  los dos elementos se han refundido en uno.  Antes había una semejanza, ahora hay una identidad;  la luna es una reina blanca que llora;  antes, la luna se parecía a ella solamente.

Los simbolistas por lo tanto, hablan de analogías: establecen aproximaciones entre cosas distintas, en el deseo de expresarse de una manera más misteriosa, más original, más poética y refinada.

Así, por ejemplo, sabemos que la “violeta” nos sugiere  “modestia”.  Si se quiere pintar un alma delicada y tímida, en vez de decirlo así, lisa y llanamente, como lo hacían los poetas de las escuelas anteriores, un simbolista se expresaría:  “ella tiene en el alma perfume de violetas”.   “Perfume” puede valer aquí como “delicadeza”, “gracia”;  “violetas” puede sugerir como dijimos, “modestia”, “candor”, “timidez”.

 

3.     Las sensaciones:  Los simbolistas dieron gran importancia a todo lo sensorial, de tal manera que se puede decir que este movimiento literario es un barroco e el plano de las sensaciones. En lo que importa una desviación de una forma simple del arte, hacia lo enfermizo, refinado, pero de gran valor artístico.

Dice Cejador: “así como el naturalismo procede del espíritu inglés, es simbolismo viene del germánico.  El romanticismo es el espíritu germánico  en el momento de su briosa juventud;  el simbolismo en el momento de su edad gastada”.  “Ambos coinciden en lo germano fantástico, predominio de la fantasía, idealismo, exageración del sueño, subjetivismo”.  Los simbolistas entremezclan las sensaciones provocando extrañas armonías;  crean complejos sensoriales llamados SINESTESIAS.   Podemos citar algunos ejemplos:

 

a.       “Blanco perfume de ensueño – deja Chopin en el  aire”    Hay una sinestesis de tres sensaciones: visual (color blanco), olfativa (perfume), musical (Chopin).  Se ha querido expresar de esa manera vaga, el estado de delicadeza,  el aire de ensoñación de la música.

 

b.      “el cielo nocturno sueña sus campaniles  de oro”   Aquí se unen dos sensaciones:  visual (campanas de oro, que a su vez simbolizan las estrellas) e idea de que esas estrellas dan música lo que también está insinuando una sensación auditiva.

 

c.       “Me enloquece el agridulce vino de tu viña roja”   Se quiere expresar la sensación que deja un beso.  Aquí hay una sensación visual:   “viña roja” que sugiere “labios”;  una gustativa (agridulce vino) y una táctil (sugerida por la idea de “beso”)

 

 

4.     El verso vale por su música:  Este es otro de los postulados del simbolismo: el poeta desea rivalizar con el compositor y para eso elige las palabras, no tanto por su significado, sino por el valor musical que tienen.  Se preocupa, por lo tanto, de crear sonidos armoniosos.  El simbolista no escribe entonces, sino con un vocabulario     restringido y selecto.  La vocal tiene un contenido eufónico del que carece la consonante;  entonces, los simbolistas buscan repetir una misma vocal aglomerada, pero con arte, para provocar una sensación sonora.

 

5.     En este tipo de poesía, el papel del lector es importantísimo, casi tanto como el del poeta, porque la creación está hecha a medias entre el que sugiere (autor) y el que interpreta la sugestión (lector).  Casi se puede decir que son dos creadores:  uno dice a medias;  el otro completa, si tiene la sensibilidad para captar.  Quiere decir que el simbolismo es una poesía para muy pocos,  para espíritus excepcionalmente finos, cosa que no ocurre con el romanticismo, por ejemplo, cuyos poemas son más fácilmente captados por el lector.  Este, en un poema simbolista, interpreta a su manera;  a veces puede, incluso, sacar una conclusión que difiera de lo que quiso señalar el poeta.  Es que éste, ya lo vimos, no se preocupa de otra cosa que de despertar en el alma del lector, extrañas y confusas resonancias.

 

6.     La técnica del verso: la rima de los poemas simbolistas es asonante;  la consonante es considerada demasiado dura y no se presta bien a esta clase de poesía;  la asonante insinúa una música más difusa. El ritmo es vacilante; vago, el ritmo matemático es sustituido por un ritmo particular de cada poeta,  el metro elegido es siempre impar:  pentasílabos, heptasílabos, y casi siempre en versos de arte menor.  Una de las mayores innovaciones del simbolismo radica en el verso libre, especialmente creado por Rimbaud;  desaparecen en él la rima y el ritmo fijos y la poesía se acerca a las zonas de la prosa poética.

 

7.     Otras observaciones:  El simbolismo varía mucho según sus distintos integrantes.  Así, por ejemplo, para Mallarmé, debe eliminarse todo lo sentimental e irse sólo a la búsqueda fría de lo hermoso;  en cambio Verlaine es sentimental.  Además dentro del simbolismo hay verdaderas tendencias bien definidas:  así aparecen Melodistas, cuya figura principal está en Verlaine, que busca especialmente los valores sonoros del verso, los Versolibristas,